Santo Domingo, República Dominicana. - Tokischa puede ser cualquier
chica que llene los parámetros del casting para interpretar el personaje. El
perfil del estilo musical urbano no requiere de una formación artística como
las de Billie Eilish, Dua Lipa, Bruno Mars o Techy Fatule, que también cuenta
con una buena preparación artística. Estos están en otro nivel.
Lo de Tokischa es del bajo mundo, a lo Cardi B o la contraparte de Bad Bunny,
que con solo “ladrar” decadencias, postear calenturas sexuales e irreverencias
con actitud y propiedad es más que suficiente.
En Hispanoamérica se requería la versión femenina de Bad Bunny, que está bien
posicionado en el “top of mind” de la generación Z y Tokischa fue la elegida.
Es una “Industry Baby”, su hada madrina. Colaboraciones por arte de magia con
figuras establecidas internacionalmente como la mismísima Madonna, J. Balbin, Rosalia y dj
Marshmello (partes del paquete), con el único mérito de haber profanado el Sagrado
templo de la Virgen de La Altagracia, en el municipio de Jarabacoa.
Por cierto, con el productor Marshmello, puso a circular hace poco la
pieza pornográfica “Estilazo”, cuyo video es un aquelarre donde explota en desenfreno el impulso biológico del sexo y
promueve libremente el consumo de sustancias prohibidas, no para ella. Toda una
teatralidad de oropel meramente lucrativa, que evidencia de que vivimos en una profunda
crisis y pobreza espiritual.
Eso sí, todo con el apoyo de la industria de la música, que parece está rendida
a “sus pies”, dispuestos a llevarla al más alto nivel abriéndole el camino hacia la masividad. Desfiles en la alfombra
roja de los premios Latin Billboard, reseñas en los diarios (New York Times)
más importantes de Estados Unidos, valorándola y dándole una alta puntuación
“artística” por tener un comportamiento transgresor, un estilo vocal triple XXX
y crear controversias.
Tokischa predica con orgullo y arrogancia lecciones de la vida sexual sin
responsabilidad con tinte nihilista. Es lo opuesto a representar una generación
que cuestione (Sex Pistols, Rage Against The Machine) las barbaries que han
cometido los “lideres” responsables de edificar un mundo mejor y participativo
para todos o escribir prosas para sus seguidores tener herramientas acerca de
cómo navegar en sus conflictos personales, sociales y existenciales, para
emerger transformados en algo mejor como individuos y sociedad.
Es una fémina elegida para dividir y promover antivalores en la cultura
pop. Para llegar debe seguir el guion al pie de la letra, a menos que en un
arranque de fuertes emociones, hastiada del control y las exigencias de la
industria intente revelarse (Demi Lovato), lo cual por ahora no sucederá pues
está metida a fondo en el personaje. Por nada va a querer ser desterrada al
anonimato, a menos que la industria necesite otra en el personaje como sucedió
cuando hizo su génesis en etapa de promiscuidad Miley Cyrus, para reemplazar la
ingenuidad sensual de Britney Spears.
¿Por qué no le tocó a la Materialista, que en los últimos tiempos ha
utilizado varios “recursos” de marketing para llamar la atención y ha
demostrado que es buena desempeñando el papel? Simple: se requería una figura
nueva, fresca y muy buena en el personaje con capacidad para conectar con la
generación de la actualidad, los próximos consumidores a adoctrinar. Lo
importante es la facturación (Sludge Factory, Alice In Chains) que hay detrás y
la moralidad “pal carajo”. A fin de cuenta a los inocentes adolescentes no les
importa lo que unas docenas de moralistas aun sean sus padres opinen o dejen de
opinar y a la industria de la música mucho menos. Ella está hecha a medida por
donde va la industria musical urbana contracultura y hay que facturar.
La generación Z es el target
Su arma de ataque es un pop urbano
visceral, extravagante y líricas expresionistas (Lucian Freud), bizarras y decadentes
saturadas de sexo tóxico, que exacerban los sentidos y parece atractivo para la
generación Z, que ya de por sí está adoctrinada.
Una “supuesta” vida de supervivencia en el bajo mundo es la musa de inspiración
para Tokischa, postear en sus redes y crear liricas plagadas de un apetito
sexual compulsivo similar a la adicción de cualquier sustancia prohibida, la
promesa básica para sus seguidores alcanzar la “iluminación” del desenfreno. Es
el gancho del movimiento urbano para moldear el perfil con los parámetros de
los productos a mercadear con música (flautista de Hamelín) de manera natural y
que respondan a las necesidades de los desafiantes adolescentes y potenciales
consumidores en su más pura ingenuidad por romper con el cordón umbilical de la
niñez.
Presas fáciles chicos y chicas inocentes entre 16 y 20 años que probablemente no
pueden discernir con total asertividad lo que es apropiado para su bienestar
presente y futuro. Todo es parte del teatro de la vida, el circo, una barbarie
que se repite y que no va bien a los ojos de Dios, el juez final.
Siempre ha sido una distracción para ser alejados de lo esencial y lo
verdadero, el AMOR, sentir que saca de nuestro interior lo mejor como seres
humanos civilizados.
Un negocio masivo y lucrativo
Es un negocio muy lucrativo que pareciera estar limitado a los medios
electrónicos, la radio, servicios digitales de música, redes sociales,
promotores de eventos, recintos, bares, discotecas, entre otros.
Sin embargo, la realidad es otra. Al igual que en el pasado el negocio
masivo, redondo en su más amplia gama de productos y servicios es crear
hábitos, costumbres y comportamientos que rigen nuestras vidas de consumo desde
la adolescencia hasta el final de la vida productiva.
Al igual que en el cine, los deportes, la industria del entretenimiento para
romper con el status quo y en lo que concierne al renglón específico de la “música”
en este caso, saca periódicamente modelos aspiracionales como: Tokischa, El Alfa
y Bad Bunny, como lo han sido Jim Morrison (The Doors), Black Sabbath, Kiss,
Madonna, Marilyn Manson, Lady Gaga and company. Son solo algunas referencias
inevitables y partes de movimientos contracultura en sus respectivas épocas que
el sistema con el paso del tiempo absorbe dándole el estatus de “moda”, para
luego, ser reverenciados.
Es una sofisticada ingeniería social que también crea hábitos de consumo de sustancias
y bebidas que generan pingües
beneficios, pero que dañan el cuerpo, la mente y al ser humano en su esencia
divina y en la que todos de una u otra forma quedamos atrapados en la “música”
de nuestra generación. El Trap/Dembow, atrapó a la generación Z, marcando un
nuevo ciclo de la farsa, y va a continuar. ¿Hasta cuándo? ¿Quién sabe? ¿Quién
puede decirlo?
Fuente: Ticket Express Media