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CIUDAD DE MÉXICO, 8 de octubre.- El vértigo de la fama exige pagar un precio, uno que muchas veces rebasa las más optimistas previsiones de los protagonistas. Miley Cyrus lo ha vivido en carne propia luego de que durante las últimas semanas su carrera se vio envuelta en un huracán de publicaciones que daban cuenta de su radical transformación.

Las críticas iniciaron con su polémica aparición en la pasada entrega de los MTV Video Music Awards, en la que cantó al lado de Robin Thicke con sugerentes —y poco agraciados— movimientos. Cyrus, que había ganado fama como una de las estrellas infantiles de Disney, protagonizando el programa Hannah Montana, parecía mandar el mensaje: la niña Disney se había convertido en una mujer capaz de explotar su sexualidad.

La sentencia, sin embargo, lucía rara para una chica de apenas 20 años que tras su paso dejaba dudas en torno a un montaje preparado para allanar el lanzamiento de Bangerz, su más reciente disco de estudio.

La fórmula estaba dada. Había escándalos y miles de publicaciones a su alrededor, había la noticia de su rompimiento sentimental con el actor Liam Hemsworth y cientos de réplicas, había también entrevistas provocadoras, como la que dio a la revista Rolling Stone en la que aseguraba que la mariguana era la mejor droga del mundo y había, por supuesto, un disco en puerta.

Bangerz, el cuarto álbum de estudio de su carrera, aparecerá hoy y lo hará, claro, en medio de la vorágine mediática que la propia Cyrus provocó.

Para este nuevo material, la otrora inocente Hannah Montana (que según dijo en el late show Saturday Night Live durante su monólogo de apertura fue “asesinada”), echó mano de algunos de los nombres más reconocidos de la industria. La acompañaron en el proyecto Mike Will, Pharrell Williams, Future y Will.I.Am, quienes ayudaron, con sus composiciones o con su producción, a crear una pieza llamada a destacar.

We Can’t Stop fue el primer sencillo que se promocionó. Desde su aparición, la primera semana de junio, alcanzó las primeras posiciones en Estados Unidos y 23 países más, y logró ventas superiores a los dos millones de unidades sólo en Estados Unidos, además del récord de más de 100 millones de reproducciones en VEVO, el canal de videos para los artistas en internet.

Como segundo corte del disco, Cyrus presentó Wrecking Ball, lanzado el pasado 25 de agosto, acompañado por un polémico videoclip en el que la cantante aparecía desnuda sobre una bola de demolición. De nuevo, Cyrus echaba mano de su sexualidad para dar más empuje a un tema que, a decir de muchos críticos, no lo requería.

El tema se ubicó en la primera posición de la lista Billboard Hot 100 desbancando a Roar, de Katy Perry, y mantuvo la inercia de su predecesor We Can’t Stop, al que rebasó al superar las 100 millones de reproducciones en VEVO en seis días.

En medio de la expectativa Cyrus ha visto cómo un nuevo tema de su disco se filtra a internet. Se trata de SMS (Bangerz) en el que colabora con Britney Spears, dando una nueva muestra de la nueva faceta de la artista, que ahora se codea, de manera intencional o por descuido, con una más de las consentidas de los escándalos en el mundo de la farándula.

Adiós a la niña
Cyrus se propuso dejar en el olvido a Hannah Montana y el objetivo, hasta ahora, parece cumplido. Sin embargo los más recientes no han sido los únicos escándalos de la actriz y cantante que, a los 15 años de edad, posó para la revista Vanity Fair con una sábana que la hacía parecer desnuda. Un año después, durante una entrega de los premios Teen Choice Awards, ejecutó una rutina de pole dancing  y a los 17 la fotografiaron en España bebiendo cerveza y fumando lo que parecía ser mariguana.

Un tiempo en calma preparó todo para el más mediático de sus escándalos con la polémica actuación en los MTV Video Music Awards, al lado de Robin Thicke, con quien cantó un medley de su sencillo We Can’t Stop y de Blurred Lines, el éxito de él.

“Nadie habla del hombre detrás de mi trasero. Se habló mucho de mi baile, pero nunca de que Robin estaba ahí, pegado a mi trasero cuando me agachaba. Sólo hablan de eso y, obviamente, eso es una doble moral”, explicó Cyrus a la revista Rolling Stone, que le concedió su reportaje principal y la portada en la que, como no podía ser de otra forma, aparece desnuda.

La transformación de Miley adquirió tintes sospechosos: era demasiado, se le acusaba al tomar en cuenta el inminente lanzamiento de su nuevo disco y el de un documental que se transmitió por la cadena MTV.

Miley: The Movement se estrenó el 2 de octubre como un trabajo pensado para acrecentar la idea de la joven como una transgresora.

“El filme es un retrato íntimo que capta la vida de espíritu exuberante de Miley, su identidad en evolución y su apasionante transformación en un icono de la música”, se explica en el sitio web de MTV.

En el mismo documental se confirma que Cyrus cambió obedeciendo a las reglas de la industria. Más escándalos, más tinta dedicada a la otrora estrella infantil, que se involucró en una polémica más con la cantante Sinéad O’Connor.

“Nací para llegar a ser quien soy ahora mismo”, afirma Miley en el trailer del programa en el que confiesa su intención de diferenciarse del resto en cada cosa que hace y buscar que hablen de ella cuanto más mejor. “Puedo ser finalmente la perra mala que realmente soy”, manifiesta.

Su cambio no ha pasado inadvertido para su padre, el cantante Billy Ray Cyrus, quien admitió preocuparse por el futuro de Miley y culpó al programa Hannah Montana de “destrozar” a su familia.

“Estados Unidos es muy raro cuando analizan qué está bien y qué está mal. El otro día estaba viendo (la serie de televisión) Breaking Bad en la que cocinan metanfetaminas. Literalmente podría hacerlo yo después de ver el programa. Es un paso a paso, pero en el mismo programa censuran las groserías. ¿De verdad?”, cuestionó Miley en la entrevista que concedió a Rolling Stone.

Luis Felipe Castañeda / excelsior.com.mx

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