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El público del rock o, al menos la crítica musical, clama por un salvador. En las últimas semanas, se han sucedido tantos debates y artículos en torno a la enésima muerte de este estilo como escritos y crónicas han pregonado los nuevos lanzamientos de al menos tres bandas que lo hicieron grande en el pasado y que permanecían dormidas en los últimos años.

"Es el final del mundo tal cual lo conocemos", cantaban a finales de los años 80 la banda estadounidense
R.E.M. Algo así vocean en los últimos días varios expertos musicales, que en medios como el diario El País o la revista musical Rolling Stone, han pregonado la muerte del rock como estilo predominante en las listas de ventas en favor del pop y del hip hop.

España parece ajena a esa teoría, con tres discos de rock entre los diez más vendidos. Se trata de Green Day ("Awesome as fuck"), los propios R.E.M. ("Collapse into now") y The Strokes ("Angles"), bandas consolidadas cuyos lanzamientos han concitado gran atención mediática, sobre todo en el caso de las dos últimas, probablemente en busca de ese mesías rockero.

"El rock and roll no puede estar muerto, lo han matado tantas veces que tendría que estar rematado", dice en contra de esa afirmación el periodista José Ramón Pardo, fundador de la cadena M-80.

"Ojalá tuviera el mismo número de seguidores la música clásica", añade este experto musical, quien destaca que en un mercado redirigido hacia la descarga digital, lo que hay es una "crisis de la industria del disco", pero no de la música, que sigue vendiendo entradas para conciertos.

"Incluso en los años 60, había muchísima música pop, mucha balada, pero también estaba Chuck Berry, que no llegó al número 1 hasta los años 70", explica Pardo, quien entiende además que "surge muy poca gente nueva en el rock, porque el pop es más barato: es más fácil vender una cara guapa que a un grupo entero de desconocidos".

Para Jesús Ordovás, otro reputado experto musical español, la muerte del rock es un fenómeno cierto, pero no nuevo.

"El rock como actitud, como posicionamiento político contra los poderes establecidos y respecto a su repercusión internacional está en crisis desde los años 60. Ha sido algo paulatino. Los grupos de rock son ahora un puro divertimento" y "tocan en pequeños clubs", opina este periodista.

En su opinión, tras Nirvana y Pearl Jam, todos los grupos, desde Franz Ferdinand a los recientemente galardonados con el premio Grammy a mejor disco del año, Arcade Fire, tienden a una actitud pop.

"Lo único que se puede esperar es que se hagan buenas canciones, pero no podemos esperar un nuevo "Satisfaction"", analiza.

Algo parecido apunta José Ramón Pardo, quien considera las últimas producciones de R.E.M. y The Strokes "muy buenos discos, pero no tan novedosos o rompedores".

¿EL ROCK DEL SIGLO XXI?
Opiniones más tibias que las palabras de Pardo han deparado las primeras escuchas de "Angles", último e inesperado álbum de The Strokes, cuyos miembros -desbandados en aventuras propias- no publicaban un disco conjunto desde hacía cinco años.

Con su debut de 2001, "Is this it", fueron señalados como los necesarios renovadores del rock en el siglo XXI con un disco que, siendo moderno, tenía reminiscencias del rock de toda la vida y que fue calificado de sorprendente.

Con el tiempo, aquel trabajo se ha relevado como su principal losa, ya que, para la crítica, ningún disco posterior de la banda ha colmado las expectativas. En su estreno en Reino Unido han tenido que conformarse con el puesto número 3 en ventas, por detrás de la cantante de soul-pop Adele, como en su EEUU natal, donde han sido número 4.

UNA VUELTA A LOS 90
El trío de Athens (Georgia, EEUU) comandado por el carismático Michael Stipe acaba de publicar "Collapse into now", su "mejor disco" en 20 años, según declaró el bajista de la banda, Mike Mills, remontándose a la época en que publicaron sus discos más celebrados: "Out of Time" (1991) y "Automatic for the people" (1992).

Frente a su anterior trabajo, "Accelerate" (2008), en el que buscaron que "todo sonara más rápido", su último álbum suena más rockero, más épico y es, en palabras de Mills, "catártico", "pura alegría".

Veinte años atrás en el tiempo ha viajado también Dave Grohl, líder de Foo Fighters, cuya banda publicó el pasdo 12 de abril "Wasting light", que concitará parte de las energías que -sin Kurt Cobain- se juntaron en Nirvana, considerada por muchos expertos como la última gran revolución rockera de la historia.

Ha sido ahora, diecisiete años después de la creación de los Fighters, cuando el músico ha querido contar en este trabajo con su excompañero en Nirvana Krist Novoselic y con Butch Vig, quien fuera miembro del grupo Garbage, amén de productor del reverenciado disco "Nevermind", de la banda de grunge por antonomasia.

No serán los únicos. El séptimo de caballería del pop-rock llegará en los próximos meses a lomos de poderosos corceles llamados U2, Coldplay o los más jóvenes Arctic Monkeys. Y siempre queda espacio para la sorpresa.

Fuente: Por Javier Herrero, EFE Reportajes 

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